El Pulso de la Semana. Edición No. 599, 14 de agosto de 2021

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“Saber que se puede, querer que se pueda” (Color Esperanza, Diego Torres)

14 de agosto de 2021

Sin contendientes: permanencia de crisis

La cancelación de la personería jurídica de Ciudadanos por la Libertad (CxL), elimina toda posibilidad de la más mínima competencia en las elecciones del próximo noviembre, y menos que las mismas sean justas y libres, es decir, democráticas.

Las declaraciones en Costa Rica de la presidenta de CxL, Kitty Monterrey, con la cual nos solidarizamos, de cuyo tono afirmativo y categórico nadie duda, no solamente lo corrobora, sino que recuerda las elecciones de hace cinco años en que también Ortega no tuvo ninguna competencia.

La diferencia entre las elecciones de noviembre de 2016 y las de 2021, es la masacre de abril de 2018 y los meses subsiguientes. Pero recuérdese que Ortega, acompañado por su esposa como candidata a vicepresidenta, no tuvo ninguna competencia en las elecciones de 2016. En junio de ese año, después de haber sido proclamado como candidato en el remedo de Congreso del FSLN, despojó a Eduardo Montealegre del Partido Liberal Independiente (PLI) y, dos meses después, canceló las diputaciones de quienes habían sido “elegidos” en el fraude de las elecciones de 2011, con Fabio Gadea Mantilla de candidato a presidente, como oposición unificada a Ortega.

Ortega y su esposa no tuvieron ninguna competencia ni incertidumbre en 2016. Fue, desde entonces, como en los viejos países del campo soviético, en que existía un partido hegemónico, el comunista, y varios partidos políticos subordinados, normalmente sectoriales, de agricultores y cuestiones semejantes. Era el reinado de partido único, igual que en Nicaragua.

Para 2016, no se había precipitado la crisis política proveniente de la masacre, pero continuaban los abusos administrativos, económicos y políticos contra diversos sectores que estallarían año y medio después. Con el Estado de Sitio de facto que hay, esos abusos continúan existiendo, y al amparo de la represión se han incrementado.

Y eso marca una diferencia: ya no existe la complacencia nacional e internacional con el régimen de Ortega, y los resultados de las elecciones serán considerados ilegítimos, como lo han anticipado diversas declaraciones internacionales.

Las declaraciones de Lula, expresidente del Brasil, culminaron un proceso de preocupación por lo que en Nicaragua ocurre, y recuérdese las más de 100 firmas de intelectuales y personeros de izquierda o progresistas, entre ellos el expresidente del Uruguay, José “Pepe” Mújica, quién es un verdadero referente de la izquierda latinoamericana y mundial.

El creciente aislamiento internacional solamente anticipa la profundización de la crisis política y sus consecuencias económicas negativas. Las ofensivas declaraciones de la dictadura contra España, tiende a incidir en la Unión Europea. A la vez, se mantiene el retiro de los embajadores de México y Argentina, y recientemente de Colombia.  

Lamentablemente, en la medida que transcurra el tiempo se irá agotando la frontera que separa las sanciones individuales de las que afectan a Nicaragua en su conjunto. Lo estamos viendo con la aprobación de nuevos préstamos en algunas instituciones financieras internacionales, como el BID y el Banco Mundial, con la única excepción del BCIE, cuya capacidad de endeudamiento para prestar a un país como Nicaragua no es ilimitada. Aunque aún se mantienen los desembolsos de esas instituciones, en la medida que no se aprueben nuevos préstamos menguarán los desembolsos.

Todas las instituciones estatales y la sociedad en su conjunto sentirán esa reducción, y entonces se sentirá más agudamente el aislamiento internacional a que conduce la dictadura de Ortega.

En la agenda internacional, independientemente de lo que Ortega intente hacer nacionalmente, con posterioridad a la farsa electoral de noviembre, lo que estará planteado son nuevas elecciones. Si Ortega piensa que el 7 de noviembre culmina un proceso, la ilegitimidad de ese ejercicio electoral recién iniciará la demanda por elecciones libres y democráticas, como solución pacífica a la crisis nicaragüense. 

  (Se autoriza y agradece su reproducción y circulación)

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El Pulso de la Semana. Edición No. 598, 7 de agosto de 2021

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“Saber que se puede, querer que se pueda” (Color Esperanza, Diego Torres)

7 de agosto de 2021

(Edición No. 598)

Punto de llegada, punto de partida

Para las elecciones del próximo mes de noviembre existía la expectativa que fuesen “libres y justas en Nicaragua, en cumplimiento de sus compromisos y deberes fundamentales articulados en la Carta Democrática Interamericana”. Así se leía en la resolución que adoptó la Asamblea General de Cancilleres reunida en forma digital, en el mes de octubre del año pasado.

En esa resolución, se establecieron las condiciones “esenciales y críticas” para que tales elecciones se consideraran “libres y justas”, y mucha tinta se vertió discutiendo las mismas. Obviamente, en el ambiente político de represión dictatorial que existe, ninguna de ellas se cumplió, empezando por la integración del Consejo Supremo Electoral (CSE) en forma abrumadoramente a favor del FSLN, que lo aleja “que funcione de forma totalmente independiente, transparente y responsable”, como lo pedía esa resolución.

Tampoco existe el “ejercicio efectivo de los derechos civiles y políticos, incluidos los derechos de reunión pacífica y la libertad de expresión”, en situación que siete precandidatos presidenciales están presos, a la que se agregó la investigación por supuestos delitos e inhibición de la candidata a Vicepresidente del partido político Ciudadanos por la Libertad (CxL) que había decidido participar en las elecciones. También hay numerosos presos políticos más, y muchas personas con retención migratoria, cuentas congeladas y otras medidas represivas.

Tampoco existe “una auditoría independiente de las listas de votantes”, y consecuentemente “un registro de votantes transparente y efectivo”, y no existe “una observación electoral internacional independiente, fidedigna y acreditada”. Para los que han decidido participar en las elecciones, ¿ante cuáles autoridades conducirán los “procedimientos adecuados para la presentación de quejas sobre la conducción de las elecciones y sus resultados”, en caso que el “recuento y consolidación transparente de los resultados” no le satisfaga?

Las condiciones que exigía la OEA correspondían a la esperanza, frustrada ahora, de las elecciones como solución pacífica a la crisis de Nicaragua, que teníamos todos los actores nacionales (COSEP, el Ejército según sus comunicados, la Iglesia, la oposición) e internacionales (OEA, Unión Europea, etc). La participación en estas elecciones no invalidará la ilegitimidad de los resultados de la misma, como tampoco evitará el reclamo que se repitan las elecciones bajo condiciones que satisfagan elecciones verdaderamente libres y democráticas, incluido el procedimiento vigente que únicamente tienen personería jurídica los que el gobierno considere apropiados, porque el “registro abierto de nuevos partidos políticos”, como dice la resolución que comentamos, deberá estar en vigor. 

El gobierno de Ortega es alentado porque los niveles de represión política no guardan simetría con las condiciones económicas que, aunque resentidas por la crisis política, no se han deteriorado en la misma magnitud. Pero si persiste la crisis política, inevitablemente se deteriorá la situación económica. Este es el escenario que tenemos hacia adelante, en circunstancias de la advertencia que hacía Tomás Borge a Daniel Ortega que “podemos pagar cualquier precio, digan lo que digan…digan lo que digan, hagamos lo que tengamos que hacer…el precio más elevado sería perder el poder…”.

Quienes aún respaldan al gobierno, ¿estarán dispuestos a pagar  ese costo económico, político, institucional, para que la dictadura se mantenga en el poder y se evite elecciones democráticas? El costo económico que ahora no se ve, se pagará en el futuro.

Las elecciones del 7 de noviembre eran, bajo condiciones que no se cumplieron, un punto de llegada para la solución de la crisis. Ahora serán el punto de partida para la profundización de la crisis.

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El Pulso de la Semana. Edición No. 597, 24 de julio de 2021

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“Saber que se puede, querer que se pueda” (Color Esperanza, Diego Torres)

24 de julio de 2021

(Edición No. 597)

Estrategia de Ortega, ¿funcionará?

Pese a la presión represiva de la dictadura, con todos los más populares precandidatos presidenciales como presos políticos, y numerosos ciudadanos más bajo prisión y exiliados, la situación económica no se ha deteriorado en la misma proporción que la política. Es decir, la represión política no ha tenido mayor costo económico para el dictador Ortega.

Incluso, las autoridades económicas de la dictadura han expresado que el crecimiento económico casi llegará al mismo nivel que antes de la crisis política. En todo caso, aún quienes no comparten el optimismo de las autoridades económicas del gobierno y hacen las proyecciones al mínimo, no están hablando de una situación dramáticamente negativa. Claro, a nivel microeconómico, de las familias, subsiste la precariedad y desigualdad socioeconómica bajo la que han vivido, y el salario real de quienes tienen un empleo permanente se ha deteriorado, para no decir qué está pasando en el abanico del sector informal que cubre la mayor parte de la economía.

A eso se refirió el dictador Ortega cuándo con motivo del discurso del recién pasado lunes en el aniversario de la Revolución Sandinista, afirmó: “Y cómo se molestan cuando escuchan los Informes de los Organismos Internacionales, donde reconocen que Nicaragua va marcando un buen paso en el campo económico…”.

Que la situación económica no guarde proporción con la situación política,  entre otras cosas obedece a dos razones fundamentales: primero, la vía cívica, pacífica, por la cual ha optado la oposición política a la dictadura, pese a los extremos represivos de la dictadura. Cuando se enfrentó a la dictadura de Somoza por vía armada, en medio de la destrucción de muchas ciudades, hubo una masiva fuga de capitales y se devaluó abruptamente el córdoba, entre otras situaciones que reflejaban simetría entre la situación económica y política. En segundo lugar, de conformidad con esa vía cívica, había la expectativa que las elecciones del próximo mes de noviembre fuesen la ocasión para resolver la crisis política, pero no ha sido así, independientemente de quienes participen en las elecciones.

Las elecciones de noviembre carecen totalmente de legitimidad política, y así serán juzgados sus resultados. Ninguno de los precandidatos presidenciales apresados entenderían que se participe en esas elecciones, y las decenas de presos y miles refugiados y exiliados tampoco lo entenderán.

La estrategia de Ortega es, a partir de la situación económica, abrir un diálogo nacional, y así lo ha dicho desde antes que se convocara al proceso electoral. Y, a partir de ahí, intentar reconstruir las relaciones con la comunidad internacional, como única solución de hecho, de facto, para la estabilidad y crecimiento económico de Nicaragua. Pero, a diferencia de Venezuela, la incidencia de Nicaragua en la economía internacional es absolutamente marginal, de modo que los países integrantes de la misma pueden mantener el aislamiento de la dictadura en Nicaragua.

El aislamiento internacional de la dictadura es de tal magnitud, que recientemente se expresó en el aniversario de la Revolución Sandinista, en que Ortega solamente fue acompañado del representante de Abjasia. Ese aislamiento será inevitablemente acompañado de la ilegitimidad de los resultados de las elecciones de noviembre. Lo mismo señala el Consejo Permanente de la OEA en la parte considerativa de su última resolución, y más recientemente lo mismo declaró el Parlamento Europeo. A la farsa de noviembre próximo, bien se podría aplicar el titular de La Prensa en las elecciones de 1974, hace casi medio siglo, bajo Somoza: candidatos que ganaron en la elección de mañana.

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El Pulso de la Semana. Edición No. 596, 10 de julio de 2021

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“Saber que se puede, querer que se pueda” (Color Esperanza, Diego Torres)

10 de julio de 2021

(Edición No. 596)

NADIE ES ETERNO

“Nada es eterno ni nadie es eterno”, dijo la Vice-dictadora con motivo de la última redada de presos políticos.  Exactamente lo mismo pudiera aplicarse a la dictadura actual, porque le “estamos viendo las casitas al pueblo”, como se dice popularmente.

El aislamiento nacional e internacional de la dictadura, difícilmente tiene comparación. Y entre más represión, más aislamiento, en particular internacional. En las redes sociales se circuló un video de Israel Lewittes, sobrino de Herty, en el cual básicamente sostiene que el triunfo del FSLN contra la dictadura de Somoza no se hubiera explicado, después de 18 años de lucha armada de esa organización, sin el aislamiento de Somoza de la comunidad internacional y nacional, a la cual atribuye la clave del éxito.

Lo mismo estamos viendo ahora. Entre más profundicemos la lucha cívica y pacífica, más se ahondará el aislamiento nacional e internacional de la dictadura. Más aún con presos políticos, hombres y mujeres de diferentes edades, capturados indefensos y, algunos, golpeados.

Parte de la discusión es sobre la viabilidad de la vía pacífica, para tener éxito sobre las dictaduras, y se cita el caso de Venezuela. Hay, sin embargo, una diferencia sustancial con ese caso. Mientras los cubanos seguramente le hablan al oído de Ortega, Venezuela está totalmente ocupada por Cuba, como se evidenció en el libro muy documentado la “Invasión Consentida”, a propósito de los sueños ideológicos y geopolíticos de Chávez. De tal forma, que mientras no se resuelva el caso de Cuba, difícilmente se solucionará la situación de Venezuela.

En cambio, el caso de Nicaragua no presenta esa dificultad geopolítica, aunque Ortega lo intente. Además, con el fin de la Guerra Fría, a principios de los años 90 del siglo recién pasado, salvo pequeñas guerras tribales, el viejo conflicto del Medio Oriente y enfrentamientos territoriales como el caso de Rusia y Ucrania, nadie financia luchas armadas. 

¿Qué hasta ahora la comunidad internacional ha reaccionado únicamente con declaraciones y algunas sanciones individuales? Esas declaraciones son solamente el anticipo de la profundidad del aislamiento de la dictadura, y así debemos verlas, porque progresivamente el aislamiento se trasladará a los vínculos económicos y financieros.

La profundidad del aislamiento internacional de la dictadura es tal, que aún de los regímenes autoritarios está aislada. Es el caso de China, a quién Ortega trató de engatusar y atraer para formar parte de sus intereses geopolíticos, Canal Interoceánico incluido, pero seguramente ese país valoró el riesgo geopolítico y Ortega sigue teniendo relaciones con Taiwán. El único respaldo importante que a Ortega le queda, dentro de los regímenes autoritarios, es Rusia, que será afectada por la ley Renacer, actualmente en trámite en el Congreso de Estados Unidos.

Incluso Ortega está aislado de la izquierda latinoamericana y europea, como lo simboliza la reciente declaración de alguien tan respetable e influyente a nivel internacional por José Mujica, entre decenas de personas también significativas a nivel internacional.

Ortega, a su vez, hace una mala lectura de la realidad regional latinoamericana. Piensa que Pedro Castillo, en Perú se alineará con él, sumándose al eje bolivariano. Pero, a su vez, ofendió dramáticamente a gobiernos como Argentina y México, que intentaron una gestión amistosa por los presos políticos, habiéndose abstenido en la resolución de la OEA y del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, precisamente para facilitar esa gestión amistosa. A su vez el candidato presidencial Petro, en Colombia, con muchas posibilidades, ha condenado lo que ocurre en Nicaragua, y difícilmente Lula, en Brasil, se podrá separar de ese contexto latinoamericano adverso.

Como lo dije al inicio de este artículo, le estamos viendo las casitas al pueblo.     

 (Se autoriza y agradece su reproducción y circulación)

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