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Muñequito

Ni realidades pequeñas, menos sueños grandes

“Prefiero estar sin luz, que sin agua”, es una expresión muy conocida relativa a las dificultades que enfrentan muchos, cada vez más hogares nicaragüenses.

Como bien me lo formuló una persona que se me acercó en una gasolinera de Estelí el domingo pasado, “hemos pasado de los apagones de Don Enrique al goteo de Daniel”. Y agregó socarronamente…..claro, “si Daniel pudiera vender el agua, como la energía que es su negocio, tampoco faltaría”.

Ese relato es un buen resumen de lo que muchos nicaragüenses piensan de sus penurias y de la valoración política sobre la aguda escases de agua. Como se recordará, al gobierno de Bolaños le afectó negativamente su popularidad los continuos apagones. A los mismos contribuyeron, también es bueno recordarlo, además del histórico déficit de inversiones, la negativa de los diputados de Ortega y Alemán a aprobarle una contratación de emergencia de plantas térmicas flotantes (barcazas), que es como Ortega resolvió el problema de los apagones, con las plantas térmicas (llamadas Hugo Chávez y Ché Guevara) de rápida instalación que al principio se anunciaron como donadas por Venezuela, y después pasaron a formar parte del complicado y confuso entramado de intereses de la generación y distribución de energía eléctrica, dónde las empresas privadas vinculadas al círculo gobernante tienen un interés dominante.

Una cuestión es el cambio climático, que se podría vincular a la sequía de este año y, en el largo plazo a la disponibilidad de agua, y otra es el acceso inmediato a la misma, ya sea de ríos, quebradas, ojos de agua y pozos, hasta la que se distribuye por cañerías.

En la escases de agua, que agobia ya a millones de nicaragüenses  -sí, millones-  va desde la ineficacia administrativa por razones de politización partidaria de la empresa nacional de extracción y distribución de agua (ENACAL) y muchas alcaldías, hasta lo que uno de nuestros principales expertos, Salvador Montenegro, quien fuera hasta hace poco Director del Centro de Investigación de Recursos Acuáticos (CIRA), ha llamado el ciclo hidro-ilógico, para oponerlo al natural ciclo hidrológico. En el ciclo hidro-ilógico están, desde luego, tendencias estructurales de largo plazo como “la desertificación generalizada producto de deforestación-agricultura no sostenible-ganadería extensiva”, como anota Montenegro en un artículo publicado en el periódico digital Confidencial, hasta la corrupción gubernamental vinculada a la deforestación de cuencas hidrográficas, como se ha denunciado una y otra vez. La más reciente y de efecto inmediatísimo, como lo ha señalado nuestro principal científico, Jaime Incer Barquero, ha sido el despale de los pinares segovianos.

A propósito de la renuncia a la candidatura presidencial de Fabio Gadea Mantilla, quisiera recordar que en su programa de gobierno del 2011, en materia de salud se proponían dos cuestiones básicas que hubiesen cambiado radicalmente el perfil sanitario de la población: agua potable y disposición segura de la basura. Pues bien, si en los últimos cinco años la administración de ENACAL hubiese mejorado, como se pudo haber mejorado con otro gobierno, y se hubiese parado el despale corrupto de los bosques, que un gobierno eficiente y honesto lo hubiera hecho, pese a la actual sequía la gente no estaría enfrentando escases de agua para beber y otras necesidades elementales. ¡Y ya no estamos hablando de perfil sanitario, sino de sobrevivencia!

Las fotos publicadas por La Prensa sobre quebradas y ríos secos, son dramáticas. Con algo de sensibilidad humana, que en el gobierno de Ortega  escasea tanto como el agua, cualquiera se puede imaginar el enorme sacrificio que enfrentan muchas personas para conseguir un balde de agua. ¡Y qué decir de los problemas de navegación en el lago de Nicaragua y Río San Juan!

Por lo anterior, resulta una ironía que raya en el sarcasmo, que un Ministro del gobierno de Ortega, en un foro empresarial que se realizó esta semana en Miami, frente a las dudas que se levantaron sobre el Canal Interoceánico haya dicho que “una de las grandes limitantes para este tipo de proyectos es el agua y Nicaragua tiene la cantidad suficiente para poderlo construir”.

Muchos nicaragüenses, que tienen dificultad con la pequeña realidad de un balde de agua, pensarán en la burla sangrienta del gobierno con el tema del  Canal, que cada vez parece más un sueño.